Julia, debido a las amenazas, se ve obligada a irse a casa de Pedro con sus hijos. Las cosas allí no irán del todo bien. Julia descubrirá las verdaderas intenciones de su ex: recuperar el complejo. Para Yago tampoco la vida es un camino de rosas; su única salida para librarse de los traficantes será colaborar con la policía en el arresto. Para ello deberá llevar micros ocultos e intentar que no le descubran mientras les sonsaca sus planes. Todo parece ir bien... hasta que interviene Agustín y los delincuentes los atrapan a los dos.