Félix trae una gran noticia: tiene los datos del inspector que vendrá al complejo para otorgarles la categoría hotelera. Julia manifiesta a sus empleados su deseo de que todo funcione a la perfección: el número de estrellas es lo más importante para un hotel y ellos van a conseguir el mayor número posible. Sin embargo, la plantilla es de otra opinión: si el hotel recibe una buena calificación, se llenará de clientes y el trabajo será imposible. Confabulan para que el inspector se lleve una mala impresión. Pero no terminan ahí las complicaciones. Los habitantes del complejo se dedican a llamar a un consultorio psicológico radiofónico y sus casos son tan descabellados que el locutor-psicólogo se presenta en el hotel para conocer en persona a esa banda de descerebrados.